martes, 17 de febrero de 2015

José Argenis Brito Sánchez "La enfermedad psiquiátrica no respeta clases sociales"




Médico de dilatada trayectoria, profesional de la salud, enfrentado a diario con el impacto de la crisis en la psiquis colectiva, reclama una mirada más atenta sobre las necesidades emocionales del venezolano.
/ HUMBERTO PEREZ / FOTOGRAFÍA SEGNINE SUÁREZ.






El país
"Una situación de absoluta polarización no aguanta ningún análisis psiquiátrico, porque el mundo no está dividido en buenos y malos"

El país está enfrentado, hay crisis económica y altos índices de inseguridad. ¿Cómo impacta eso en la psiquis colectiva?
   El fenómeno social puede ejemplificarse como si fuera familiar o individual: cuando alguien está sometido a una situación muy difícil y entra en crisis, primero aparecen la ansiedad y la angustia, entendidas como miedo y preocupación ante un provenir que se percibe peligroso e incierto. Si la situación se mantiene y no hay solución, suelen aparecer las manifestaciones depresivas: se cree que no hay nada que hacer y que las consecuencias son inevitables. Hemos estado expuestos a factores de desestabilización emocional, familiar y social, y a raíz de eso algunos se han ido del país y otros han desarrollado patologías severas de salud mental. Ése ha sido el impacto.

¿Nos hemos acostumbrado a vivir en crisis?
   Depende de la visión que cada persona tenga del hecho y de la aproximación que haga a la situación. Si bien algunos se han enfermado, otros a pesar de vivir la misma realidad social, han podido adaptarse a ella. Quien está en crisis pasa por un fenómeno de disociación de la realidad: tiende a separar lo bueno de lo malo y a definir el mundo como si estuviera dividido en aspectos totalmente opuestos.

¿Se puede definir al venezolano por algún rasgo de personalidad particular?
  Sería demasiado reduccionista darle sólo uno. Lo que sí pareciera un denominador común es que al venezolano le gusta tomarse las cosas en broma, es simpático, amable, gentil y está siempre dispuesto a ayudar. Es un pueblo pacífico que busca conciliar, que prefiere salidas democráticas. Eso es lo que estamos viendo.

¿Cuál sería su diagnóstico para el país?
    Venezuela sí es capaz de vencer la diferenciación y el odio social. Diría que estamos todavía en una etapa de confrontación, pero con una mayor tendencia a la convivencia. Lo siento en la gente y en la consulta. La mayoría quiere un país de paz, productivo e integrado. En ese sentido, Venezuela está en recuperación.

La consulta
"Cualquier servicio psiquiátrico que se abre, en tres meses está abarrotado.La enfermedad mental no respeta clases sociales"

¿Ha aumentado el número de consultas?
   Sí, y por dos motivos: uno, porque en los últimos años han crecido los niveles de preocupación y de dificultad económica y social, y eso es un generador de patologías psiquiátricas (angustia, depresión y consumo de sustancias); y dos, porque el prejuicio hacia la enfermedad mental y por ende hacia los psiquiatras y psicólogos ha ido disminuyendo.

En términos comparativos, ¿cómo es visto el trabajo psiquiátrico venezolano respecto al resto del mundo?
   Tenemos dos psiquiátrias: una que va en jet y otra que va en burro. Por un lado contamos con herramientas (psicoterapia y fármacos) de primera generación y podemos hospitalizar dignamente. Pero está la otra cara: la gente de pocos recursos no tiene acceso a las medicinas, necesita esperar meses por una cita y no posee información para decidirse a pedir ayuda.

¿Y a qué recurre quien no puede pagar una terapia?
   Se suicida, consume droga, sigue siendo víctima o promueve el abuso infantil o la violencia familiar. Mientras menos recursos sociales tiene la gente para lidiar con el sufrimiento y las patologías, hay más manifestaciones de problemas de salud mental.

Entonces la solución posible es atender la enfermedad mental...
   Ésa es la verdadera prioridad. Los grandes problemas del país son de salud mental: inseguridad, violencia familiar, corrupción, indiferencia ante el sufrimiento del otro, alcohol, drogas, niñez abandonada. Todos los servicios psiquiátricos públicos de Venezuela están abarrotados. Y, sin embargo, los presupuestos para el área son irrisorios.

¿Qué preocupaciones llevan los venezolanos a consulta psiquiátrica?
   La preocupación fundamental de la mujer es integrar su vida: cómo construir su rol femenino, de pareja, de madre y de profesional. La preocupación del hombre es el logro social y económico, estar a la altura, poder demostrar su capacidad y tener éxito.

¿Cuáles son las patologías más frecuentes?
   La mujer tiene más vulnerabilidad psiquiátrica. Dos de las enfermedades mentales más comunes son la depresión y la ansiedad, son más frecuentes en ella y en proporción de dos a uno. En los hombres la preponderancia está en el consumo de alcohol y drogas: entre ellos las adicciones son frecuentísimas.

El Hombre
"Nunca converso con mi esposa sobre mis pacientes. Ella ni siquiera sabe a quién atiendo. El acceso a la intimidad de las personas implica una ética rigurosa"

¿Qué ventajas le brinda, como padre y esposo, ser psiquiatra?
    La gente piensa que los psiquiatras siempre andamos diagnosticando, analizando o explorando la mente de nuestros familiares, amigos y conocidos. Nada de eso es así. Uno aprende rápido que una cosa es el trabajo y otra la vida fuera del consultorio, que es como la de cualquier persona.

¿Se ha deprimido alguna vez?
   Nunca he tenido una depresión clínica. Cuando mi papá murió me sentí muy mal. Tenía 17 años y fue un momento difícil porque estaba empezando la universidad. Estuve golpeado por un tiempo.

¿Tiene fobias?
   Sí, a los dentistas. Es fuerte. Me armo de valor y entiendo que hay que ir, pero no me es fácil.

¿Usted va a terapia?
   La mayoría de los psiquiatras y psicólogos vamos a psicoterapia como parte de la propia exigencia profesional y nos da los mismos beneficios que a los otros pacientes: recursos para enfrentar problemas, mayor tolerancia, comprensión de la gente y aceptación de las limitaciones.

¿Algún caso lo ha marcado emocionalmente?
   Muchos. Un psiquiatra aprende a manejar las distancias: lo suficientemente cerca como para lograr una resonancia afectiva con el paciente, que se sienta atendido y acompañado, y adecuadamente lejos para que su problema no lo afecte. Pero me han movilizado muchas veces. Hay casos tan dolorosos y terribles que no hay manera de que uno, como ser humano, no se conmueva.

¿Cuál es la clave para preservar la salud mental?
   Desarrollar lo bueno y sabroso de la vida. Hay que procurarse placer, hacer lo que a uno le gusta y rodearse de personas que aporten satisfacciones. Eso es lo que nos permite tener la fortaleza necesaria para luchar. Cuando las personas no tiene la posibilidad de gozar, no hay salud mental posible.

Publicado por: Humberto M. Pérez O.

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